lunes, 24 de marzo de 2014

La culpabilidad de las ONGs

Publicado en Diario Jaén (24/03/2014) Desde el 1 de enero las empresas no tienen la posibilidad de aplazar las retenciones de las nóminas de los trabajadores. Y hace unos días, la directora del área de recaudación de la Agencia Tributaria manifestaba que la denegación del aplazamiento de los pagos de las retenciones del IRPF se debía a presuntas situaciones de fraude. Desde la Agencia Tributaria se argumenta que los aplazamientos no se pueden convertir en un mecanismo de financiación alternativa a la bancaria. Ahora, no pagar las retenciones en su plazo conlleva un recargo de hasta el 20%, el embargo de bienes y la denegación de aplazamientos de otros impuestos al entenderse que la empresa tiene dificultades serias de tesorería. La Agencia Tributaria tira por la calle de en medio y considera a todos presuntamente culpables. Incluso a las ONGs que, teniendo a su cargo personas que ejecutan programas donde la Administración no llega, ahora tampoco pueden solicitar aplazamientos de las retenciones. Las ONGs tienen que adelantar un dinero que las administraciones les pagan extremadamente tarde. Y con ellas no vale hacer tabla rasa, sino tomar medidas que eviten su excesivo endeudamiento con los bancos y su asfixia extrema. Las ONGs financian constantemente a la Administración, a la que no pueden aplicar recargos por el impago de las cantidades comprometidas en las resoluciones públicas, ni embargarle bienes ni atreverse a acusarle de pasar por dificultades estructurales de tesorería, no fuera que la ONG quedara descolgada en la siguiente convocatoria. Mientras no cobren las subvenciones, permitir el aplazamiento de las retenciones de las nóminas, compensarlas con las deudas del resto de administraciones, o avalar ante los bancos para poder pagarlas, debería ser un gesto de apoyo del Estado hacia la labor de un tejido social tan maltrecho y vapuleado en nuestro país. No cometen fraude por tener tantas dificultades en ingresar en Hacienda las retenciones cada trimestre. Ni son culpables por hacer su necesaria función.

martes, 26 de noviembre de 2013

Una nuevo rescate bancario

Cuando una empresa tiene pérdidas, no tiene que pagar impuestos, dado que como el beneficio es negativo, y el impuesto de sociedades se calcula sobre el beneficio obtenido, en vez de obtener un impuesto positivo se genera un impuesto “negativo”. Para hacerte una idea, en el impuesto sobre la renta, habrás oído hablar de que se permite compensar las pérdidas (minusvalías) con los beneficios (plusvalías) de los siguientes años. Bien. Las empresas generan impuestos “negativos” cuando tienen pérdidas. Esos impuestos “negativos” se van apuntando en su balance (en la parte del activo) como créditos fiscales que, como te he dicho, se pueden compensar en ejercicios en los que haya beneficios. En esos ejercicios de beneficios positivos se calcula el impuesto y se compensa con los impuestos “negativos” de ejercicios anteriores, de manera que disminuye la factura fiscal. Esta operativa es común en grandes empresas, de manera que sobre un tipo impositivo nominal del Impuesto de Sociedades del 30%, con estas operativas y con las deducciones fiscales, se sitúan en tipos reales impositivos cercanos al 10%. E incluso menores. Hay grandes empresas que sitúan sus centros en España cargados de gatos, generan pérdidas y los beneficios los obtienen en otros países con tipos impositivos muy reducidos (como Irlanda). Hay muchos casos. Este es el marco conceptual que espero te ayude a situar este tema. A esos créditos fiscales se les llama, siguiendo la terminología anglosajona, activos fiscales diferidos (DTA): activos (porque es un derecho de compensación generado por la empresa contra futuros impuestos), fiscales (porque se generan y han de compensarse por la operativa fiscal) y diferidos (porque se compensan en el futuro). Lo interesante empieza ahora. Los bancos han generado una serie de pérdidas en las diferentes empresas que conforman sus grupos corporativos. Esas pérdidas han generado unos créditos fiscales que Basilea III (como te decía, un órgano internacional que define la situación de solvencia y riesgo del sistema financiero) no creía que fuesen buenos (en el argot, suponen “activos de baja calidad”). Y, por tanto, al no ser buenos, necesitaban que estuvieran respaldados por recursos económicos de los bancos (es decir, que los bancos tuvieran suficiente dinero para respaldar esos activos). ¿Y por qué Basilea III dice que esos créditos son de baja calidad? Muy sencillo. Porque para que puedan compensarse en un futuro con beneficios tiene que haber eso, beneficios. Y muchos (Bankia es el ejemplo paradigmático). ¿Y entonces qué hacemos? Muy sencillo: hacer que Basilea III los considere fetén. Los gobiernos, todos, para impedir que los bancos busquen dinero para respaldar esos créditos de baja calidad, les presta su aval, de manera que pasan a ser activos de “buena calidad”. De forma que los estados garantizan el cobro de esos créditos fiscales en un futuro, aunque no haya beneficios con los que compensarlos. Sin olvidar que el estado somos todos. Al fin y al cabo, es una nueva recapitalización de la banca. Pero de una banca que creíamos que ya estaba sana. Con este tema, el FMI (Fondo Monetario Internacional) ha dicho que estos créditos fiscales suponían el 60% del capital en los casos de Bankia y Sabadell. Es decir, que un 60% de su capital depende de obtener beneficios en el futuro. Y entre el 15 y el 30% en el caso de Santander, BBVA y Caixa Bank. Sin estos avales del estado, los grandes bancos estarían en una situación que rondaría la insolvencia. Por ello es por lo que han forzado tanto para que estos créditos fiscales estuviesen avalados. En resumen, que por muy mal que les vayan las cosas en el futuro a los bancos, seguimos estando los ciudadanos para compensar sus pérdidas. Esta vez por cerca de 50.000 millones de euros. El FROB ya ha dicho que considera perdidos 45.000 millones de euros en el rescate al sistema financiero. Ahora se une este nuevo escenario, una nueva espada de Damocles para el futuro de todos los españoles. Una vez más, perdemos. Pero mientras nos tengan sumidos en el espanto de no encontrar trabajo o de no saber cómo pagar la luz, estaremos ocupados en otras cosas. En estas, que son las que hipotecan el futuro de nuestros hijos (el nuestro ya no tiene solución), para eso ya están ellos que no tienen problemas para llegar a fin de mes ni para calentar sus casas. Una nueva tropelía.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Me siento seguro

Cuando leo que las tres grandes entidades financieras han sido las mayores beneficiarias del proceso denominado flight to quality, es decir, el vuelo hacia productos más seguros por parte de empresas y familias, reconozco la pasividad de la ciudadanía, mi propia pasividad, ante la situación de concentración de la oferta financiera que se está dando en nuestro país. Para llegar a este oligopolio financiero se han tenido que desmantelar cajas de ahorro centenarias, se han permitido tantos desmanes en sus consejos de administración por parte de los reguladores y se han dejado a su suerte a tantos pueblos y colectivos vulnerables que se veían apoyados por la obra social. Fuentes de esas grandes entidades estiman que, en pocos años, se repartan entre cinco bancos el 80% del mercado, lo que nos situaría a la cola del grado de competencia europeo, con lo que eso significa para los precios de productos financieros y para el otorgamiento de créditos. Ya lo decía hace unos años el profesor Sampedro: “se ha sustituido el ansia de libertad por el ansia de seguridad”. Y esa seguridad tiene un precio.

domingo, 8 de septiembre de 2013

El fin de la recesión

Que el secretario Estado de Economía anuncie la próxima salida, en el tercer trimestre, del periodo de recesión más largo de la economía española desde la Transición, me parece un ejercicio de confusión negligente hacia la ciudadanía. Como ocurrió con el anterior gobierno cuando evitó utilizar la palabra “crisis” hasta que no fue más que evidente el deterioro de la economía o el espejismo de los “brotes verdes”, ahora toca ponerle fin a una etapa del ciclo económico, oscilaciones que ya estaban resueltas a juicio de insignes economistas, como en 2004 anunció Ben Bernanke, presidente actual de la Fed. Metodológicamente, parece muy pobre declarar el fin de la recesión solo con el dato del PIB. Hay que ponderar más indicadores, como la tasa de desempleo, el índice de producción industrial, el gasto de los hogares o la inversión empresarial. No se acaba con una recesión mirando el indicador más apropiado en un momento dado, sino comprobando en la economía real que lo peor haya pasado. Y, tristemente, no es así. Publidado en Diario Jaén (3/09/13)

sábado, 10 de agosto de 2013

El modelo de la FP dual

Siguiendo la Estadística de las Enseñanzas no universitarias que emite el Ministerio de Educación, en el presente curso, y a nivel nacional, se han matriculado en Formación Profesional un 5,1% de alumnos más con respecto al año pasado. Sin embargo, ese crecimiento ha sido sensiblemente inferior en Andalucía, con un 1,95%, e imperceptible en la provincia de Jaén, concretamente en un 0,57%. A finales del mes de febrero, el director general de FP del Ministerio declaró que “es esencial que se ofrezca una formación profesional de calidad, que esté cada día más adaptada al mercado de trabajo y que ofrezca salidas profesionales de éxito”. El modelo por el que apuesta el ministerio es la FP dual, es decir, la combinación de la formación con el aprendizaje, fórmula que muchos expertos están dudando que pueda ser eficiente en nuestro país. No tanto por su concepción, que permite la simultaneidad de los contenidos teóricos con los prácticos en los diferentes campos profesionales relacionados con los ciclos formativos existentes, sino por el sustrato en el que tiene que germinar. La FP dual, importada de Alemania, contempla que el alumno esté buena parte de la jornada lectiva en la empresa, que es la que lo selecciona, le paga una nómina, le permite formarse y lo tutoriza, siempre de manera coordinada con el centro educativo. Toda esta música suena muy bien, pero los matices los encontramos en la partitura. La diferencia con la realidad germana es que allí existe un tejido industrial robusto, consolidado y pilotado por grandes empresas, que es el que sostiene el funcionamiento de este modelo, lo que ha supuesto que la mitad de los estudiantes hayan optado por este sistema dual. Son las empresas las que permiten que el alumnado pueda hacer un proceso de aprendizaje útil para ambas partes. Al ver los datos del INE podemos caer en nuestra realidad más cercana, donde el tejido empresarial nacional está sustentado sobre la microempresa. Concretamente, el 99,2% de las empresas emplean a menos de 50 trabajadores, y de ellas, tan solo el 3,8% tienen plantillas de entre 10 y 50 personas. ¿Está nuestro tejido empresarial dimensionado para formar a los estudiantes de los ciclos formativos, o estamos empezando la casa por el tejado?

martes, 30 de julio de 2013

El agujero negro del sistema financiero

Publicado en Diario Jaén (30/07/13) En junio del año pasado nos dijeron que no existía un rescate a la banca, sino un préstamo que esta devolvería cuando estuviera saneada. Y en julio de 2013, de los 52.000 millones de euros inyectados el año anterior a las cajas nacionalizadas, el 70% los da el FROB por perdidos, es decir, que los españoles se los devolveremos a Bruselas sin que las entidades financieras nos los reintegren a nosotros. Y todavía nos queda por saber las pérdidas, previsiblemente cuantiosas, correspondientes a 2013. Este agujero podría taparse si aflorara tan solo el 10% de la economía sumergida, pero no existe voluntad política de hacerlo. Ni la normativa vigente ni la inversión en medios de inspección y control van en esta dirección. Por contra, se mantiene una creciente presión fiscal y recaudatoria sobre las empresas, especialmente las pymes, y sobre la ciudadanía, concretamente vía impuestos indirectos. Escenario que no hace más que promover el aumento de la evasión tributaria. Por tanto, no hemos prestado dinero a los bancos, sino que nos lo han confiscado. El agujero negro del sistema financiero no solo se traga los miles de millones de euros de todos los españoles, sino también los argumentos de los responsables económicos, que están beligerantemente en contra de los de la ciudadanía.

sábado, 20 de julio de 2013

¿Y los economistas?

Me cuesta trabajo encontrar las aportaciones que los economistas, como colectivo, están haciendo en estos tiempos de crisis. La sociedad española, que requiere estar mejor informada, demanda obtener una argumentación más clara y unas relaciones causa-efecto mucho más explícitas de lo que está ocurriendo. Por ejemplo, respecto a los desahucios. Encuentro manifestaciones esporádicas de colegios de economistas. Y sin embargo, los colectivos de jueces, abogados e incluso los trabajadores sociales, no solo dan su opinión y su visión sobre este tema, sino que propician la intermediación entre familias y entidades financieras para encontrar soluciones. ¿Y los economistas? Es el tiempo de los economistas comprometidos. De los que creen que la Economía es una ciencia social, humana, que se debe a la sociedad, que la sirve, y que no se sirve de ella. Que rechazan la eficiencia de los mercados, o que los ciudadanos piensan y toman decisiones de manera racional y meditada. Ser hoy un economista crítico no es fácil. Sobre todo en un espacio tan cerrado y blindado como el de la teoría económica actual. Los economistas contrarios a los mensajes oficiales deberán estar dispuestos a renunciar a oportunidades profesionales y a no contar con plataformas que les permitan difundir sus ideas. Estar al otro lado del oficialismo es situarse en el espacio de la marginación y el aislamiento. Ahora está en juego la credibilidad de los economistas.