Publicado en Diario Jaén (19/3/12)
Es difícil reconocer a la Europa actual cuando la comparas con la que nos deslumbraba en los años previos a la entrada de España en el Mercado Común. Yo no he votado en varias elecciones al parlamento europeo y a una constitución para ver ahora a una Europa desapegada del ciudadano, insolidaria y fragmentada.
Acuso a Europa de no respetar los derechos de los trabajadores que tantos esfuerzos y períodos de negociación, entre contratantes y oferentes, han llevado a que los ciudadanos nos hayamos dotado de un sistema garantista. Ese es el modelo que hemos elegido, porque somos una sociedad que preferimos repartir a usurpar. Acuso a Europa de impulsar una moneda única que deroga soberanía nacional y acepta a países sin haber sido rigurosa sobre sus posibilidades de crecimiento. Es una infamia lo que Alemania está haciendo con Grecia, posiblemente sea el recuerdo que los alemanes tienen del Tratado de Versalles, y de los recortes que los aliados les impusieron. Ahora demonizan a Keynes, precisamente uno de los economistas que alertó sobre las consecuencias económicas de la paz. Querrán resarcirse, con el consentimiento del resto, viendo como un país se pone de rodillas, y celebrando que media Europa tenga que aprender alemán de manera acelerada. Acuso a Europa de pasar a ser un espacio de mercaderes, eficientes y paternales, a ser un territorio de mercadeo, despótico y despiadado, donde lo que prima es el recorte, no la búsqueda del valor añadido. En cinco años se ha permitido que se carguen el trabajo paciente, solidario y democrático de cincuenta. Europa ya es un sueño.
