domingo, 29 de julio de 2012

El oráculo de los economistas

Si hay algo que se ha achacado a los economistas, respecto a la crisis, es su falta de previsión y de denuncia. Yo creo que nadie, por muy premio nobel que sea, podía prever la profundidad de esta crisis, aunque hubo economistas que años antes de su inicio alertaban sobre los efectos de las políticas económicas. En el año 2002, en el paraninfo de la Universidad Complutense, escuché al añorado profesor Enrique Fuentes Quintana, con motivo de la distinción como Colegiado de Honor otorgada por los economistas madrileños. En su disertación pude oír que “la economía española presenta rasgos preocupantes (…), un crecimiento económico que encuentra su fuerza en el consumo de las familias y en el desarrollo del sector de la construcción, mientras que la inversión privada en bienes de equipo registra tasas negativas (…). Las empresas y las familias manifiestan un aumento del endeudamiento en términos de porcentaje del PIB, siendo especialmente destacable el aumento del crédito concedido a las familias para la adquisición de vivienda”. No se pudo decir ni más alto ni más claro, ni aducir desconocimiento, puesto que a su lado se sentaba el presidente del gobierno de España. Decía D. Enrique que “el aumento del gasto se ha apoyado en comprometer niveles de mayor endeudamiento, lo que ha aumentado la exposición de este sector (empresas y familias) a posibles acontecimientos futuros adversos”. En Groenlandia, este verano el 97% de su cubierta se ha fundido en cuatro días, y no se dirá que los científicos no llevan denunciado los efectos del cambio climático. Lo mismo que muchos economistas con respecto a la crisis.

miércoles, 25 de julio de 2012

Un sistema educativo de calidad

El fin último de cualquier sistema educativo, visto desde una perspectiva competitiva, es el de poner en el mercado a personas que sean capaces de utilizar los conocimientos adquiridos, ayudados de las habilidades y capacidades que han ido generando, para poder contribuir a elevar el nivel de bienestar de la sociedad. Las personas que se hayan formado para ser parte de la fuerza laboral podrán aplicar en sus puestos de trabajo los conocimientos que hayan adquirido, y las personas con perfil emprendedor podrán percibir, discernir, aplicar y gestionar las oportunidades que crean valor gracias al conocimiento acumulado. Y todos, desde una perspectiva de consumo, tendrán las herramientas necesarias para poder tomar decisiones de compra en unos escenarios controlados, discerniendo en función de la utilidad que maximice sus expectativas y que mejor sea percibida. Construir y tener un sistema educativo y formativo de calidad es, por tanto, necesario para poder alentar el crecimiento en una sociedad basada en la gestión del conocimiento. Los resultados del informe PISA elaborado por la OCDE, correspondientes al año 2009, manifiestan que el porcentaje de escolares de 15 años en España que no contaban con los niveles mínimos en las áreas de matemáticas, ciencias y lectura continuaban estando por encima de la media de los países de la OCDE. No obstante, si se comparan los resultados con los del informe previo, de 2006, son manifiestamente mejores, año en el que más de la cuarta parte del alumnado español (25,7%) no llegaba al mínimo en lectura, porcentaje que ha descendido hasta el 19,5% tres años más tarde. En las otras dos áreas de conocimiento, los porcentajes no bajan de manera tan acelerada: del 24,7% al 23,7% en matemáticas, y en ciencias del 19,6% al 18,2%. Y acercándonos considerablemente a la media de la OCDE, más en ciencias (0,2 puntos de diferencia) y en lectura (0,7) que en matemáticas (1,7). Analizando estos resultados recuerdo las palabras que Machado ponía en boca de Juan de Mairena: “vosotros –decía Juan de Mairena a sus discípulos− debéis amar y respetar a vuestros maestros, pero para juzgar si su labor fue más o menos acertada, deberéis esperar mucho tiempo, acaso toda la vida, y dejar que el juicio lo formulen vuestros descendientes”.

Sobre la enseñanza universitaria

A lo largo de este largo período de crisis, existe un intenso debate sobre cuáles son las mejores estrategias que nos permiten salir de ella. Donde no hay discusión es que cualquier hoja de ruta tiene que cimentarse en el impulso de la educación y el fomento de la investigación y la innovación. Un buen indicador del grado de cumplimiento puede ser la situación de la enseñanza superior. Para analizar la evolución experimentada por la enseñanza universitaria en nuestro país, pongamos en relación a la población matriculada con la que teóricamente podría hacerlo, recurriendo para ello al INE, a través de la Estadística de Enseñanza Universitaria y el Padrón municipal. En el curso 2000/01, la relación era del 37,0%, aumentando de manera continua hasta alcanzar en el 2010/11 un porcentaje del 42,2%, Para comprobar nuestra posición respecto a los países de nuestro entorno en las áreas de conocimiento relacionadas con la innovación tecnológica (ciencias, matemáticas y computación, ingeniería, producción y construcción) en las que los estudiantes españoles han finalizado sus estudios, recurrimos a EUROSTAT (“Labour force survery: Education and training, 2102). Respecto al total de graduaciones anuales, España se encuentra a un nivel similar (25,5%) al de los países más avanzados de la UE, solo por detrás de Francia (26,2%) y por delante de Alemania (24,8%), Italia (22,2%) y Reino Unido (21,9%). La enseñanza universitaria ha ayudado a la movilidad social de la población española, incluso en aquella que por dificultades territoriales o de renta era impensable el acceso a la educación de grado superior no hace muchos años, tal y como indican los datos que hemos aportado del INE. Tampoco es conveniente olvidar, como hemos demostrado con la información de EUROSTAT, que la educación superior ha permitido mejorar sustancialmente la cualificación de la fuerza laboral de la población, principalmente en las áreas de conocimiento que nos permitirán salir fortalecidos de este ciclo económico regresivo. De ahí la demanda de especialistas que nos llegan de otros países, talento que si sale no podrá aplicarse a los procesos productivos nacionales. No parece coherente definir solo una política de recortes en recursos de I+D y educación sin una propuesta de mejora en la eficiencia del sistema.

La investigación universitaria

Los integrantes de la Universidad española han promovido que nuestro país haya experimentado, a lo largo de los últimos años, un incremento sustancial de la investigación, aumentando su peso en la comunidad científica internacional. Las capacidades científicas y tecnológicas de un país pueden medirse a través de los indicadores bibliométricos, es decir, contabilizando sus publicaciones científicas. En la última década, en la principal base de datos bibliográfica de resúmenes y citas de artículos de revistas de todos los ámbitos científicos y tecnológicos, la conocida “Scopus”, la evolución de las publicaciones españolas ha ido creciendo de manera gradual, pasando del 2,27% en 2000 al 3,07% en 2010. Nuestro país está situado en la décima posición mundial, por delante de países como Australia, Holanda, Suiza, Suecia o Bélgica. Por otro lado, la productividad de publicaciones científicas en nuestro país ha crecido un 109% en la última década, pasando de 691 a 1.446 publicaciones por millón de habitantes. Si lo que se quiere es constatar cómo se distribuyen los investigadores en nuestro país, una aproximación se obtiene a través de la encuesta que proporciona la OCDE (“Main Science and Technology Incators, 2012). El 47,2% de las horas dedicadas por los investigadores españoles se concentran en la enseñanza superior, por un 34,7% en empresas y el restante 18,1% en la administración pública. Esas ponderaciones son diametralmente distintas cuando obtenemos el dato de países como Alemania y Francia. En el primero, la dedicación a la investigación realizada en el sector universitario es del 26,7%, siendo en empresas del 57,8%, porcentaje algo superior en el caso de nuestros vecinos franceses (58,4%). Incluso los investigadores italianos tienen una dedicación del 41,3% al sector privado. Una asignatura aún pendiente es la necesidad de mejorar en la transferencia de información tecnológica entre la universidad y la empresa, lo que no quita poder constatar que un foco estratégico de conocimiento e investigación en nuestro país se concentra en la enseñanza superior. Mucho cuidado con los cambios, no fuera a ser que dinamitemos uno de los futuros pilares del necesario nuevo modelo productivo español.

domingo, 22 de julio de 2012

Pedir perdón no basta

El nuevo gobernador del Banco de España, repasando los últimos diez años, ha admitido que “se actuó con poca decisión, de modo insuficiente o inadecuado”. Esas tres actuaciones han marcado una década que debería haberse caracterizado por unas decisiones anticíclicas del regulador antes que haber permitido las tropelías de las entidades financieras de las que ahora tanto nos lamentamos. Se ha actuado con “poca decisión” cuando se ha permitido que cajas de ahorros centenarias, que han servido para canalizar el ahorro y la inversión de las clases medias, pymes, pueblos y personas en riesgo de exclusión, hoy se vean convertidas en bancos o abocadas a la desaparición. Se ha actuado “de modo insuficiente” cuando, con crecimientos del 23% anual del crédito entre 2004 y 2007, el regulador emite en 2010, dos años después del inicio de la crisis, una circular sobre nuevos principios de gestión de riesgos, una vez que las entidades financieras acumularon en sus balances millonarios activos de espoleta retardada. Y se ha actuado de “modo inadecuado” cuando se ha permitido la práctica desaparición de la Obra Social de las cajas, y con ella, la posibilidad de vertebrar territorios, de dar voz a los más vulnerables y de permitir actuaciones que dignificaran a los colectivos con mayores necesidades. Esta moda de pedir perdón por parte del nuevo en el puesto, argumentando en su defensa que los errores los cometieron los anteriores, ya no vale en estos nuevos tiempos. Perseguir las responsabilidades, sí.

domingo, 15 de julio de 2012

Es el crecimiento, estúpido

Hace unos años, basándose en un escenario cortoplacista, se pensó que lo mejor para estimular la economía española era aumentar el gasto público como fórmula para incrementar la demanda agregada. Funcionó, pero a muy corto plazo. Y falló porque lo que se estaba avecinando era un cambio de modelo económico que en aquel tiempo, o no se quiso o no se supo analizar, las dos visiones de igual negativo y catastrófico calado. Los problemas a los que se enfrenta nuestra economía tienen un carácter estructural, y un incremento momentáneo de estímulos fiscales o monetarios no va a disiparlos, sino que ahondan en el retraso de su solución. Los problemas tienen que solucionarse en la búsqueda a largo plazo de las respuestas, porque lo que nuestra economía necesita es la puesta en marcha de una estrategia de crecimiento sostenible, y no empujones periódicos cortoplacistas. España ya ha situado los costes salariales en niveles anteriores a los del inicio de la crisis, pero nuestro crecimiento en el mercado exterior todavía no se consolida motivado por unos márgenes empresariales superiores y unos niveles de productividad inferiores a los de buena parte de nuestros países competidores. La política económica de España se está centrando más en lo urgente (déficit público, sistema financiero) que en lo importante, que es lo que nos va a permitir salir de la crisis de una manera sostenible: fomentando el emprendimiento, invirtiendo en innovación e investigación, mejorando la productividad y apostando por situar nuestra economía en nuevos sistemas de producción. Los recortes no llevan al crecimiento, sino que lo imposibilitan.

sábado, 14 de julio de 2012

El abandono escolar en España

Sin duda, el mayor problema al que se enfrenta el sistema educativo español es el del fracaso escolar, un mal endémico y secular que implica la utilización ineficiente de talento, infraestructuras y recursos. Siguiendo los datos que arroja la última encuesta de EUROSTAT, el porcentaje de la población española entre 18 y 24 años que no ha completado el nivel de educación secundaria (ESO), y que no sigue posteriormente ningún tipo de educación o formación posterior, es del 28,4% en 2010. No obstante, es el menor porcentaje de la serie histórica de los últimos 10 años, respecto al valor máximo del 32,0% alcanzado en 2004, tres años antes del inicio de la crisis. Siendo una verdadera sangría, ha reducido su flujo no tanto por causas endógenas, es decir, una modificación sustancial del modelo educativo, sino más bien debido a factores externos sobrevenidos, relacionados con la escasez de oferta laboral provocada por el elevado nivel de desempleo en el que se mueve actualmente nuestro mercado de trabajo. Si nos comparamos con los tres países que nos adelantan en indicadores macroeconómicos en la zona euro (Alemania, Francia e Italia), el índice de abandono español es el superior, muy por encima del 18,8% de Italia, el segundo país con peor índice, y más que duplicando el 11,9% de Alemania. Pero veamos la información que proporciona EUROSTAT desde la perspectiva de los que acaban. Así, el porcentaje de personas que en 2010 habían completado niveles de estudios superiores a los obligatorios, es decir, bachillerato, ciclos formativos de grado medio y superior, y educación universitaria, fue del 52,6%. Este porcentaje es inferior al de los otros tres países: Italia (55,2%), Francia (70,8%) y Alemania (85,8%). Pero supone haber experimentado un sensible crecimiento, cuando en el año 2000 era del 38,6%. En 2010, la OCDE auspició un proyecto sobre los costes del bajo rendimiento educativo, concluyendo que pequeños avances en las capacidades de conocimiento de la población de un país tienen importantes efectos positivos en el PIB a largo plazo. En una situación como la que atraviesa España, con un deterioro importante del crecimiento en términos macroeconómicos, es imperativo realizar reformas estructurales en el sistema educativo.