domingo, 15 de septiembre de 2013

Me siento seguro

Cuando leo que las tres grandes entidades financieras han sido las mayores beneficiarias del proceso denominado flight to quality, es decir, el vuelo hacia productos más seguros por parte de empresas y familias, reconozco la pasividad de la ciudadanía, mi propia pasividad, ante la situación de concentración de la oferta financiera que se está dando en nuestro país. Para llegar a este oligopolio financiero se han tenido que desmantelar cajas de ahorro centenarias, se han permitido tantos desmanes en sus consejos de administración por parte de los reguladores y se han dejado a su suerte a tantos pueblos y colectivos vulnerables que se veían apoyados por la obra social. Fuentes de esas grandes entidades estiman que, en pocos años, se repartan entre cinco bancos el 80% del mercado, lo que nos situaría a la cola del grado de competencia europeo, con lo que eso significa para los precios de productos financieros y para el otorgamiento de créditos. Ya lo decía hace unos años el profesor Sampedro: “se ha sustituido el ansia de libertad por el ansia de seguridad”. Y esa seguridad tiene un precio.

domingo, 8 de septiembre de 2013

El fin de la recesión

Que el secretario Estado de Economía anuncie la próxima salida, en el tercer trimestre, del periodo de recesión más largo de la economía española desde la Transición, me parece un ejercicio de confusión negligente hacia la ciudadanía. Como ocurrió con el anterior gobierno cuando evitó utilizar la palabra “crisis” hasta que no fue más que evidente el deterioro de la economía o el espejismo de los “brotes verdes”, ahora toca ponerle fin a una etapa del ciclo económico, oscilaciones que ya estaban resueltas a juicio de insignes economistas, como en 2004 anunció Ben Bernanke, presidente actual de la Fed. Metodológicamente, parece muy pobre declarar el fin de la recesión solo con el dato del PIB. Hay que ponderar más indicadores, como la tasa de desempleo, el índice de producción industrial, el gasto de los hogares o la inversión empresarial. No se acaba con una recesión mirando el indicador más apropiado en un momento dado, sino comprobando en la economía real que lo peor haya pasado. Y, tristemente, no es así. Publidado en Diario Jaén (3/09/13)