sábado, 10 de agosto de 2013

El modelo de la FP dual

Siguiendo la Estadística de las Enseñanzas no universitarias que emite el Ministerio de Educación, en el presente curso, y a nivel nacional, se han matriculado en Formación Profesional un 5,1% de alumnos más con respecto al año pasado. Sin embargo, ese crecimiento ha sido sensiblemente inferior en Andalucía, con un 1,95%, e imperceptible en la provincia de Jaén, concretamente en un 0,57%. A finales del mes de febrero, el director general de FP del Ministerio declaró que “es esencial que se ofrezca una formación profesional de calidad, que esté cada día más adaptada al mercado de trabajo y que ofrezca salidas profesionales de éxito”. El modelo por el que apuesta el ministerio es la FP dual, es decir, la combinación de la formación con el aprendizaje, fórmula que muchos expertos están dudando que pueda ser eficiente en nuestro país. No tanto por su concepción, que permite la simultaneidad de los contenidos teóricos con los prácticos en los diferentes campos profesionales relacionados con los ciclos formativos existentes, sino por el sustrato en el que tiene que germinar. La FP dual, importada de Alemania, contempla que el alumno esté buena parte de la jornada lectiva en la empresa, que es la que lo selecciona, le paga una nómina, le permite formarse y lo tutoriza, siempre de manera coordinada con el centro educativo. Toda esta música suena muy bien, pero los matices los encontramos en la partitura. La diferencia con la realidad germana es que allí existe un tejido industrial robusto, consolidado y pilotado por grandes empresas, que es el que sostiene el funcionamiento de este modelo, lo que ha supuesto que la mitad de los estudiantes hayan optado por este sistema dual. Son las empresas las que permiten que el alumnado pueda hacer un proceso de aprendizaje útil para ambas partes. Al ver los datos del INE podemos caer en nuestra realidad más cercana, donde el tejido empresarial nacional está sustentado sobre la microempresa. Concretamente, el 99,2% de las empresas emplean a menos de 50 trabajadores, y de ellas, tan solo el 3,8% tienen plantillas de entre 10 y 50 personas. ¿Está nuestro tejido empresarial dimensionado para formar a los estudiantes de los ciclos formativos, o estamos empezando la casa por el tejado?